Cuenta la leyenda que la ninfa Ío, de excepcional belleza, era una sacerdotisa de la diosa Hera. Cuenta además que Zeus, enamorándose perdidamente de ella, la poseyó y que posteriormente la transformó en una ternera para protegerla de los celos de su esposa Hera. Sin embargo, Hera sospechó de la hermosa apariencia de la ternera y se la pidió a Zeus como regalo, que no pudo negarse. Posteriormente, le encargó al gigante Argos (el de los cien ojos) que la custodiara en Nemea. Argos era un vigilante muy efectivo, ya que siempre algunos de sus ojos estaban abiertos cuando los otros dormían.
Ío y Zeus, lienzo del pintor renacentista Antonio Correggio. Museo de Historia del Arte de Viena
Para rescatar a su amante, Zeus envió a su hijo, el también dios Hermes, el cual se transformó en un pastor y le ofreció vino y conversación a Argos. El vino resultó delicioso, y la prolongada y aburrida conversación que el astuto Hermes le dió a Argos fue suficiente para que uno a uno, se le fueran cerrando todos los ojos. Una vez domido, le cortó la cabeza y liberó a Ío. Al enterarse Hera de la muerte de Argos, puso sus ojos en la cola de su ave favorita, el pavo real.
Mercurio y Argos, de Diego Velázquez (1659) Museo del Prado
Juno recibiendo la cabeza de Argos. Jacopo Amigoni
Hera no cejó en su empeño de vengarse de la infortunada ninfa, así que le envió un tábano que la mortificaba con continuas y dolorosas picaduras. Para huir del tábano Ío (aún transformada en ternera) se arrojó al mar (a este mar se le conoce desde entonces como el Mar Jónico), y estuvo huyendo sin cesar, pasando por Illiria, Tracia y el Cáucaso, finalmente pudo llegar a Egipto, donde Zeus volvió a darle forma humana, dando fin así a su sufrimiento.
Al igual que la ninfa que le da nombre, la luna Ío de Júpiter es una luna realmente atormentada. Con 3640 Km de diámetro (apenas un poco mayor que nuestra Luna), orbita al gigantesco Júpiter a una distancia de tan sólo 421 000 Km (poca cosa, teniendo en cuenta las colosales dimensiones del planeta). Esta cercanía al mayor y más masivo de los planetas (él sólo tiene más del doble de la masa del resto de los planetas juntos) y la resonancia de su órbita con las de Ganímedes y Europa (otras de las grandes lunas de Júpiter) hacen que las fuerzas de marea gravitatoria sean intensísimas, provocando una tremenda inestabilidad en las capas internas de la luna, que prácticamente se encuentran en ebullición. Por ello, Ío es el cuerpo del sistema solar geológicamente más activo, con más de 400 volcanes en continua erupción.
Aparte de los volcanes, Ío cuenta con más de un centenar de montañas, creadas por la intensa presión que el manto de esta luna ejerce sobre su corteza. Algunas de las montañas son altísimas, Boösale Montes tiene una altura de unos 17 000 metros, el doble que el Everest, la mayor montaña de la Tierra (8848 m).
Aparte de los volcanes, Ío cuenta con más de un centenar de montañas, creadas por la intensa presión que el manto de esta luna ejerce sobre su corteza. Algunas de las montañas son altísimas, Boösale Montes tiene una altura de unos 17 000 metros, el doble que el Everest, la mayor montaña de la Tierra (8848 m).
En esta animación puede verse las enormes proporciones de la erupción volcánica del volcán Tvashtar en Ío (más de 300 Km de altura)
La temperatura media en la superficie de esta luna es de unos 130 K (-143º C). La composición de su atmósfera es básicamente dióxido de azufre (SO2) y trazas de otros elementos.
Detalle de algunos volcanes en Ío, fotografiados por la sonda Galileo
Ío en color real, fotografiada por la sonda Galileo.
En la imagen anterior se puede apreciar que su superficie está marcada por volcanes y restos más o menos recientes de erupciones. El color amarillento es debido a la gran cantidad de azufre expulsada por los volcanes. Debido a la intensa actividad volcánica, no se aprecian cráteres de impacto, ya que cualquier traza de ellos ha sido rellenada por los flujos de lava en poco tiempo.
Erupciones volcánicas en Ío, mientras estaba a la sombra de Júpiter
Se han registrado temperaturas en las erupciones de más de 1700 K (se cree que algunas han podido llegar a los 2000 K), mientras que en La Tierra raramente se sobrepasan los 1500 K.
Fue descubierta en enero de 1610 por Galileo Galilei, al apuntar a Júpiter con su telescopio. Descubrió también a las otras 3 grandes lunas jovianas, Europa, Ganímedes y Calisto. Ha sido visitada por las sondas Voyager, la Galileo y la New Horizons, de camino al lejano Plutón.
Y para terminar, les dejo un par de vídeos de Ío, espero que les gusten.
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